martes, 18 de diciembre de 2012

Los genes, ¿energéticamente que son?


¿GENETICA, MEMORIA CELULAR, REENCARNACIÓN Y KARMA que tienen en común?

Energéticamente hablando, Los genes son los nanotrabajadores de la CONCIENCIA SUPERIOR encargados de ejecutar la LEY UNIVERSAL DE LA CAUSA Y EFECTO, O LEY DEL KARMA, dentro de nosotros.  Son nuestros pequeños jueces impartidores de justicia Divina en nuestro microcosmos personal.

¿Cómo se comprende esta maraña de información? Físicamente, La genética es la transmisión  de caracteres físicos y bioquímicos de padres a hijos que hacen parecerse entre sí,  es el campo de la biología que busca comprender la herencia biológica que se transmite de generación en generación (según Wikipedia en forma concreta y concisa). El principal objeto de estudio de la genética son los genes, formados por segmentos de ADN (doble hebra) y ARN (hebra simple), tras la transcripción de ARN mensajero, ARN ribosómico y ARN de transferencia, los cuales se sintetizan a partir de ADN. El ADN controla la estructura y el funcionamiento de cada célula, con la capacidad de crear copias exactas de sí mismo, tras un proceso llamado replicación, en el cual el ADN se replica.  En los genes de cada persona, existe la información de ambos progenitores: color de ojos, de piel, estatura, complexión, enfermedades padecidas, entre muchísimas otras cosas en cuanto a información física….pero también guardan información energética.   Si tomamos en cuenta que cada célula es un ser vivo independiente y con consciencia propia (así como nosotros somos células de Gaia), y a su vez cada célula tiene sus componentes que interactúan independientemente también.  Es la cadena de microcosmos – cosmos – macrocosmos, como es arriba es abajo, todo es análogo, etc.

Entonces  todas las emociones vividas y sentidas son guardadas también, junto con las experiencias físicas, en lo más profundo de cada una de las células de nuestro cuerpo como un archivo energético (de sentimientos y emociones) y uno físico (enfermedades y caracteres).  Así, cuando se produce la concepción,  y se unen el óvulo y el espermatozoide, la información física y energética de ambos padres se transmite al nuevo ser dando como resultado un nuevo ser (valga la redundancia) con archivos codificados de un “diario” lleno de memorias físicas y energéticas de las cuales ahora es dueño y que va a depender mucho de su análisis físico y emocional el poder “archivarlo” o “mantenerlo latente”.  Muchas de las enfermedades genéticas son “emociones” transmitidas y “latentes” porque no hemos encontrado el modo de “archivarlos”; ya que al ser “heredadas” o “impuestas” no las conocemos a fondo (al ser heredadas, otro ser las vivió), pero si se analiza a fondo la enfermedad, podremos saber por analogía cual es el problema original, atacarlo y terminar con la cadena de “herencias” y sanar las generaciones futuras.
Ahora, si tomamos en cuenta que las almas reencarnan en círculos familiares CASI siempre (el casi es por la situación de que a veces nuestras encarnaciones son sólo de apoyo y no de avance) entonces podemos discernir que la persona que originó o “despertó” esa emoción puede volver a padecer el mismo problema 3 o 4 generaciones después ( si es que durante esa vuelta a encarnar no ha sido corregida), ya que los genes “reconocerán” el individuo “origen” y desarchivarán el problema original  y transmitirán con mayor fuerza el mensaje (enfermedad).  Por eso, hay enfermedades “genéticas” que a algunos les da suave, a otros medianamente y a otros muy fuerte, tan fuerte que los mata.  Para saber en que situación se está, es conveniente charlar con un terapeuta holístico para cualquier duda. 

Pongamos de ejemplo la hemofilia. Veamos su historia, supuestamente empezó por la terquedad de casarse entre familiares directos para “mantener” la “pureza” de la sangre. 

La hemofilia es una enfermedad genética recesiva que impide la buena coagulación de la sangre, teniendo siempre el temor de una posible infección (básico y conciso).  ¿Qué es la infección? La entrada y establecimiento de 1 o más bacterias que ven la herida como puerta de entrada a un mundo lleno de alimento y cobijo para su colonia.  Al haber cerrado la posibilidad de mezcla de su sangre con “otras sangres” que no fueran “nobles”, los genes guardan la información de este acontecimiento hasta el día de nuestro “juicio personal” (muerte) donde se examina si la vida fue buena o no.  En este examen, los problemas causados se manifiestan en problemas físicos (karma) para que la persona los “pague” y corrija (LEY UNIVERSAL DE CAUSA Y EFECTO, LEY DEL KARMA).  Al ser pagados, el karma desaparece, pero si no se corrige puede volver a manifestarse en la siguiente generación ya que a los genes no se les escapa nada para computar.  Los genes tienen la consciencia y el saber de lo que fuimos originalmente, en sus archivos está la historia de nuestra pureza original y nuestra posterior decadencia también, que han estado tratando de volver a levantar con los mensajes que nos manifiestan (enfermedades), pero al estar el hombre tan lejos de su espiritualidad (que es el medio por el cual podemos comunicarnos con nuestro microcosmos interior) no hay conexión consciente entre ellos y nosotros y no “entendemos” el mensaje que nos dan a través de nuestras enfermedades.

En el caso de la hemofilia, al no querer la familia dejar entrar a nadie “impuro”, ahora está expuesta por la enfermedad, que le transmite el mensaje que entrará ese ser “impuro” (infección) y se establecerá en sus dominios sin posibilidad de impedirlo.  Claro que la medicina ahora cuenta con medios para solucionar este inconveniente de manera física, pero, paradójicamente según avanza la medicina, nos imposibilita “sanar” el archivo genético y acabar con el mal, conforme avanza la medicina, retrocede la espiritualidad y con ella la posibilidad de comprender el mensaje de nuestros errores pasados contenidos en los genes.  ¿La medicina es mala? ¡¡¡CLARO QUE NO!!! La medicina debe avanzar para ayudarnos a tratar el cuerpo físico, pero el origen emocional sigue ahí y debemos solucionarlo. ¿Cómo? Meditando para hacer expandir nuestra conciencia y escuchar nuestro corazón, y al hacerlo abrir una conexión entre nuestro YO inferior y nuestro YO Superior.

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